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Realizado por: Dr Luis Díaz Espinoza

Pasados ya 6 meses desde el inicio de la pandemia de Covid-19, con mas de 13 millones de casos confirmados y alrededor de 550 mil muertes a nivel mundial, es mucho lo que se ha logrado aprender sobre el SARS CoV- 2, de su epidemiología, formas de contagio y reproducción en el huésped. Hoy, sus mecanismos de daño y sus manifestaciones clínicas son mejor entendidos, sin embargo hasta ahora solo nos ha servido para defendernos, sin lograr una estrategia de ataque por  nuestra parte contra el virus, es decir, sin un tratamiento especifico. Un informe del 25 de junio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los EEUU, (CDC) actualizó algunos aspectos relevantes como el hecho que el riesgo a desarrollar una enfermedad grave, no se limita de forma específica a mayores de 65 años, si no que este, incrementa con la edad sin haber exentos. De igual forma se reseña que la HTA, el asma bronquial y el embarazo dejan de considerarse condicionantes de mayor riesgo manteniéndose,  la obesidad (IMC mayor 30), la EPOC , la insuficiencia renal crónica entre otros, como factores asociados a dicho riesgo. Una de las controversias iniciales ha sido el papel que juegan los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) así como los bloquedores de receptores de angiotensina II ( BRA ), acordándose, hasta el momento, que el paciente en tratamiento con alguno de ellos debe mantenerlo y no existe justificación para una indicación de novo con miras a modificar el curso de la infección viral. Una de las características  principales de esta pandemia y a diferencia de otras  epidemias ocurridas en años pasados, es la enorme red de comunicación de la que disponemos, que sin duda ha sido clave en muchos aspectos y junto a las redes sociales, nos ha permitido estar informados casi a tiempo real, de las experiencias vividas en regiones remotas, ademas de compartir información académica y científica clave para poder unir esfuerzos y prepararnos para combatir este flagelo. Sin embargo, esta amplia afluencia de información también ha tenido aspectos negativos muy relevantes. La libertad de expresar conceptos y “puntos de vistas” muy particulares, muchas veces de poco fundamento y hasta con fines oscuros no bien definidos, ha traído como consecuencia incertidumbre y ruptura de conductas y políticas sanitarias confiables, confusión, influencia a la automedicación y a la prescripción de fármacos sin fundamentos de beneficio en esta enfermedad, algunos de ellos con efectos secundarios conocidos, potencialmente letales, como ha sido el caso de la Hidroxicloroquina. En lo que respecta a la investigación científica y su metodología, estas se han visto  profundamente afectadas.

La naturaleza de la pandemia y sus graves consecuencias ha obligado a que así sea, prevaleciendo los estudios observacionales, con los sesgos que estos conllevan, a ser  usados como guías para establecer conductas y justificaciones terapéuticas que con frecuencia, han requerido ser modificadas o suspendidas en corto plazo. En otras ocasiones se han  mantenido e inclusive formado parte de protocolos de usos locales sin sustento real sobre su beneficio, generando en nuestra comunidad médica confusión y una suerte de vacío en las conductas a tomar en especial en el grupo de pacientes en fases tempranas de la enfermedad, bien sean asintomáticos o con síntomas  ligeros. En el caso de pacientes con síntomas respiratorios que cumplen criterios para hospitalización o con enfermedad severa o crítica,  si bien no se tiene una terapéutica definida con beneficios clínicos comprobados, existen protocolos  basados en la comprensión de los mecanismos de daño (estado pro-coagulantes, condición de hiperinflamación o tormenta de citoquinas )  que en general son coincidentes en muchos países e instituciones, por ejemplo el uso de anticoagulacion a dosis profilácticas o terapeuticas, o el uso de corticoesteroides, así como conductas definidas ante la presencia de enfermedades subyacentes. En países con mejor estructura medico asistencial y académica, la mayoría de estos pacientes forman parte de protocolos de investigación en intervención farmacológica cuyos resultados son esperados con ansias.

Nos encontramos en tiempo real tratando de narrar la evolución de esta enfermedad,  entendiendo que el tiempo, como siempre, será el testigo objetivo de la verdad y juez de nuestros aciertos y desaciertos.