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Hace un par de meses se cumplieron 10 años –después de más de 40 años en Venezuela- de haber fijado mi residencia definitiva (hasta que Dios diga otra cosa) en A Coruña, en mi España natal. He retornado recordando los versos del poeta peruano, Santos Cochano:

quisiera ser árbol mejor que ser ave,
quisiera ser leño mejor que ser humo;
y al viaje que cansa
prefiero terruño;
la ciudad nativa con sus campanarios,
arcaicos balcones, portales vetustos
y calles estrechas, como si las casas
tampoco quisieran separarse mucho…

Y hace exactamente 25 años, en 1991, publiqué el libro “Hematología para cardiólogos”. En su prólogo, decía el Dr. Valetín Fuster, que la relación entre cardiólogos y hematólogos tenía que robustecerse por los múltiples campos en los que se imbrican ambas especialidades. Entre ellos, decía Fuster:

1º. Porque las estrategias antitrombóticas y trombolíticas se hacen más específicas y difíciles; es decir, el beneficio antitrombótico está muy próximo a la complicación hemorrágica.
2º. El control de laboratorio de los diversos agentes antitrombóticos y trombolíticos debe estar en manos de los hematólogos que están familiarizados con la metodología, mientras que los cardiólogos administrarán los agentes de acuerdo a esos datos de control.
3º. Siguen apareciendo numerosos campos de interés común para ambas especialidades, como por ejemplo, complicaciones asociadas con el uso de nuevos medicamentos cardiológicos, estudio preoperatorio de la sangre para detectar enfermedades virales para la transfusión perioperatoria, la importancia de síndromes hemolíticos descompensados como resultado de defectos en la implantación de válvulas cardíacas, los cuales, junto a otros tipos de anemia, pueden contribuir a la descompensación cardíaca, el creciente papel de monocitos y macrófagos en la enfermedad aterosclerótica, etc.

Estos comentarios del Dr. Fuster siguen plenamente vigentes hoy, 25 años después, y más en este momento en que la aparición de una nueva generación de agentes antitrombóticos orales rompe casi todos los paradigmas que rigieron ese tratamiento por más de 50 años.

Durante muchos años he compartido con muchos cardiólogos venezolanos inquietudes, reuniones, charlas, consensos, pautas y tantas y tantas cosas que nos han hecho vivir momentos de fraternal y enriquecedora convivencia.

Ahora, recuerdo otros versos, esta vez de Antonio Machado:

“al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido”.

Esas hojas me han salido, acompañando a tres magníficas cardiólogas venezolanas, Emilia Martínez, Eglée Castillo y Gisela Ettedgui, en la redacción del libro que la Sociedad Venezolana de Cardiología les ha ofrecido.

Los autores queremos agradecer el interés mostrado por la Sociedad Venezolana de Cardiología en la publicación de este trabajo sobre Nuevos Paradigmas en Anticoagulación Oral, en la que ha mostrado toda su colaboración para su entrega antes de su próximo y cercano congreso nacional.

El segundo agradecimiento es para Ximena Sánchez, una gran profesional, quien dedicó muchas horas a revisar, corregir y perfeccionar muchos aspectos para que esta publicación tuviera los menores errores posible, que antes de su laboriosa revisión, eran muchos y no solo de forma. Muchas gracias Ximena.

Dr. José Luis Pérez Requejo

La Coruña, España, junio 2016